El Interchange (Capítulo 2)

EL INTERCHANGE (CAPÍTULO 2)

Esa misma noche, mientras esperaba a que Bryan llegase, Raquel se dio cuenta de que ya llevaba unos días en la ciudad y que, realmente, aún no conocía nada de ella. Así que se le ocurrió que Bryan sería la persona perfecta para enseñársela. Después de cenar, con la excusa de preparar unos apuntes para el día siguiente, Raquel le pidió a Bryan acompañarlo a su casa. De camino, Bryan, entusiasmado, le contaba a Raquel todos los museos, bibliotecas y tiendas de discos que podían visitar cuando ella quisiese. Pero a Raquel, que había demostrado ser una chica valiente y aventurera, le interesaban otras cosas. Cuando Bryan iba a explicarle el arte antiguo del Museo Británico, ella le cortó de inmediato y le preguntó si el instituto no encerraba algún secreto o algún misterio interesante que pudieran investigar.

Bryan enmudeció. Pero Raquel insistió, y Bryan sólo acertó a decir:¨This is not our business . Some secrets should stay forever as they are , and many other  things should never be remembered”.  
“¿Qué?”, le preguntó Raquel.

-         “Nada. He dicho que yo de esos temas no sé nada, y que nuestro instituto es muy aburrido y nunca ha pasado nada en él”.

Pero ella sabía que Bryan se había puesto pálido con su pregunta, y, aunque desde luego no sabía mucho inglés, reconocía perfectamente las caras de las personas cuando estaban mintiendo. Decidió despedirse de Bryan y regresar a casa. El chico no la retuvo, y Raquel sabía que su aventura en Inglaterra iba a ir mucho más allá que un simple año perfeccionando su inglés.

A la mañana siguiente, se levantó muy temprano. No había nada preparado para el desayuno, así que cogió del armario un plum-cake y salió corriendo hacia el instituto. Como todavía no le habían dado el horario definitivo con sus clases, se fue a la biblioteca a buscar en internet información sobre su instituto. 
“Saint Matthew´s”. “Este nombre tiene que ser muy importante. Y muy famoso”.

Pero todo lo que encontraba estaba en inglés. Raquel se desesperaba. De pronto, descubrió una página muy interesante: “Saint Matthew´s College .A High School related to a tragic event , a 16 years old  student was found dead in strange circumstances in the gymnasium ”. Vaya vaya. Así que ella tenía razón. Puede que no entendiera nada más de lo que se decía en el resto de la noticia, pero estaba segura de que Bryan, que llevaba varios años estudiando allí, estaría enterado de todo lo que ocurrió. Y también estaba segura de que conseguiría que se lo contara, aunque tuviera que gastarse todos su ahorros en un regalo, o tuviera que visitar cien veces el dichoso Museo Británico.

A la hora del almuerzo corrió a su encuentro. Pero Bryan no parecía demasiado contento de verla.

-         “Hi, Bryan”, le saludó contenta Raquel.

-         “Hello, Raquel. Sorry, I am too busy at the moment”.

-         “Pero Bryan, espera, si solo quiero comer contigo y pedirte perdón por lo de anoche. Es que yo soy muy cotilla, ¿sabes?”, le sonrió inocentemente Raquel.

A Bryan le cambió la cara y se le olvidaron las prisas. Almorzaron juntos, escucharon música y pasearon por los enormes jardines que rodeaban el edifico principal del instituto. Definitivamente, era el doble de grande que el suyo de Murcia. “Seguro que a Dani le encantaría”. Qué sorpresa. No había vuelto a acordarse de Dani hasta ahora. A Dani también le gustaban los misterios, sobre todo si en torno a ellos había alguna extraña historia de la que nadie quería hablar.

-         “What´s the matter? , you are speechless!”, le preguntó Bryan.

-         “Nothing at all ¨ . Estaba pensando en mi familia”, mintió Raquel.

Cuando sonó el timbre para volver a clase, Raquel se dio cuenta de que estaban justo delante del gimnasio. Le pareció una ocasión perfecta para visitarlo. Le pidió a Bryan que se lo enseñase. Éste aceptó encantado. De todas formas, no tenía clase hasta dentro de 1 hora, y no tenía muchas ganas de ir a la biblioteca a estudiar.

Abrieron las dos grandes puertas que daban acceso al enorme gimnasio del instituto, cuando apareció el profesor de educación física, Paul, cortándoles el paso.


-         “I´m sorry . The gym is closed . you can´t come in ”.

-         “why?¨ , preguntó Bryan. “I´m only going to show it to him . We´ll be back in five minutes”.

-         ¿”Qué pasa?”, preguntó Raquel, que no se estaba enterando mucho de la conversación entre su amigo y ese antipático profesor que le había fastidiado los planes.

-         “I said  you ´ve got to leave  . we are painting the walls because there is some damp from the rain and nobody can come in  at the moment .”, insistió Paul.

-         “Ok, ok”, dijo Bryan.


De mala gana, raquel se alejó del gimnasio y se fue de vuelta a la biblioteca con Bryan. “Volveré. Cuando no haya nadie. A las 8 terminan las clases, y los profesores se irán”. Decidida, se entretuvo pasando a limpio su horario en la agenda nueva que le habían regalado sus padres antes de irse.

Bryan no paraba de hablar y de hacer planes para el fin de semana, pero Raquel sólo tenía en mente una cosa: elaborar un plan para entrar al gimnasio sin que la vieran, y descubrir por qué tantos problemas para entrar a verlo, por qué el profesor se puso tan nervioso cuando los vio llegar y por qué pareció respirar aliviado cuando Bryan y ella decidieron marcharse.
A las 8 en punto le dijo a Bryan que Melani, su madre inglesa, iría a recogerla, así que se despidió de él. Media hora más tarde, el instituto se quedó completamente vacío, y a Raquel le entró miedo. Le recorrió un escalofrío por la espalda. Ya no le parecía tan buena idea como unas horas antes, cuando todo estaba iluminado y lleno de gente. Pero ella no era una cobarde.

Tardó muy poco en volver a las puertas que daban acceso al gimnasio. “CLOSED”. Claro, no iba a estar abierto. Se dio una vuelta y vio una ventana que parecía entornada. De un salto, entró por ella, y sorprendentemente estaba ya justo en medio del gimnasio.

Allí parecía no haber nada, y además olía a pintura, tal y como había dicho el profesor. Pero la noticia decía que un chico había aparecido muerto en extrañas circunstancias, y de eso tenía que quedar algún rastro por alguna parte. No se esperaba que aquello fuese tan grande, y desde luego no se imaginaba que pudiese estar tan oscuro. Sacó el móvil para iluminar un poco el suelo por donde iba pasando, y al fondo del gimnasio vio una puerta abierta que daba paso a un cuarto donde, al parecer, guardaban el material de deporte. Raquel decidió ir a investigar.

¡Qué sorpresa! Aquello no era ni mucho menos material para hacer deporte. Allí había velas, una lámpara con luz infrarroja, botes de pintura, cascos, túnicas, y una caja de la que salía un extraño olor que Raquel no supo identificar. Además, había cientos de recortes d periódico con noticias de “Steve, el chico desaparecido”, y otros artículos donde se hablaba de la importancia que la brujería estaba recobrando en los institutos de Inglaterra, así como de reportajes sobre vampiros, brujas y otros demonios.

Raquel gritó. “¿¡Qué era todo aquello?!”, “¿Qué hacía allí escondido?”, y lo más importante, “¿Qué le ocurrió verdaderamente a ese chico, Steve?”.


Autores: Alumnos de 1º A y B de ESO del IES Federico Balart (Pliego)
(Grupo de lectoescritura "Palabras Unidas")




1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho pero hay que hacerlo un poco mas largo GRACIAS

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